Historia de la raza
A la raza sagrado de Birmania le acompaña una de las leyendas felinas más extraordinarias que existen. Una leyenda birmana sostiene que en el S.XVIII un gato blanco llamado Sinh, fiel compañero del gran Lama Mun Ha fue testigo de la muerte de su maestro durante el ataque del templo por sus enemigos.
Alarmado por el estado del gran sacerdote moribundo, el gato adquirió los poderes mágicos de la diosa Tsun-Kyan-Kse, sus ojos se volvieron azules, su pelaje de oro, los extremos de sus patas se tornaron de un blanco deslumbrante como símbolo de pureza, y protegió el templo de sus agresores. Tras hacerlo, desconsolado por haber perdido a su amo, el gato también murió.
Fuera aparte de leyendas, los orígenes de la raza aún son poco conocidos. Para algunos estos gatos llegaron a Francia a principios del S.XX de manos de viajeros llegados de Birmania. Otros afirman que en la década de los 20 llegó una pareja de gatos de la raza robados del famoso templo de Lao Tzu.
No obstante fuentes más creíbles afirman que el sagrado de Birmania nace del cruce entre gatos siameses y persas a principios de la década de los años 20 en el sur de Francia, más concretamente en Niza. Al inicio la raza se llamaba solo birmana, y poco a poco fue trabajada por criadores franceses.
Hasta el momento en Francia se habían visto muchos siameses con guantes blancos, pero ninguno con el pelaje largo. Estos aparecieron gracias a los cruces con los persas. Así que ya vemos que estamos ante una raza creada en Francia. Ésta fue reconocida como tal en 1926. Posteriormente fue exportada a Gran Bretaña y a Estados Unidos.
Características de la raza
Los gatos de la raza sagrado de Birmania son tranquilos, reservados, tolerantes y amables. Son gatos a los que les encanta la paz y que no llevan bien los ambientes demasiado ruidosos o transitados. No obstante le encanta el contacto humano (aunque es un gato que lleva mejor los periodos de corta soledad que otros).
Con sus dueños puede ser una auténtica “lapa”, siguiéndoles a todas partes a las que éstos vayan. Generalmente son gatos de un solo dueño, con quien mantienen una relación de verdad especial, aunque se llevará bien con el resto de la familia.
Como vemos su carácter puede ser considerado como individualista. Es una raza menos dócil que la persa y menos activa que la siamesa. Con los niños de la familia se muestra muy tierno y protector, adoptándoles como si fueran parte de su propia manada.
Puede entenderse bien con otros gatos e incluso con otros perros siempre y cuando los otros animales sean calmados como él y respeten sus momentos de intimidad y de calma. Animal doméstico de interior por excelencia, es un gato que no sabe desenvolverse en el exterior. Así que cuidado con dejarlo salir.